Situado al inicio del centro histórico, el complejo se desarrolla en tres niveles: un basamento de piedra local almohadillada y plantas superiores marcadas por amplias ventanas rectangulares enmarcadas por sillares claros, en un juego de llenos y vacíos que resalta la funcionalidad y la modernidad del diseño. En su interior se conserva la sala principal de franqueo, con mostradores de mármol de Carrara y lámparas originales de latón, restauradas en 2003, mientras los pasillos y oficinas del piso superior mantienen mobiliario de madera y hierro forjado de la época.
Hoy, aunque adaptado a las necesidades de la tecnología digital y sede de una importante entidad financiera, el antiguo Palacio de Correos sigue siendo un símbolo de la era de las comunicaciones analógicas, atrayendo a turistas y amantes de la arquitectura moderna interesados en cómo el estilo racionalista dialoga con el tejido barroco de la ciudad.