Las excavaciones, iniciadas en el siglo XIX por Paolo Orsi y retomadas en los años sesenta por Piero Orlandini, han revelado una estratigrafía que va desde la Edad del Bronce Antiguo hasta la época romana: chozas ovales de la cultura de Castelluccio, un vasto poblado del Bronce Reciente con casas absidales de la facies de Pantalica Norte y, entre los siglos VIII y VI a.C., un centro sículo helenizado por Gela, protegido por murallas ciclópeas de sillares almohadillados y un poderoso bastión cuadrangular. En la acrópolis permanecen los cimientos de un templo arcaico y de un sacello helenístico quizá dedicado a Deméter, indicio de un culto agrario, mientras que a lo largo de las laderas se abren necrópolis rupestres con tumbas de cámara que han devuelto cráteras de figuras rojas, askoi de Gnathia y objetos de bronce hoy conservados en el Museo Arqueológico Regional de Caltanissetta.
Entre los siglos IV y III a.C., Sabucina resurgió con un asentamiento de manzanas ortogonales de impronta griega; en época imperial, una villa rústica con pequeño complejo termal testimonia la continuidad productiva hasta el siglo IV d.C. El recorrido de visita atraviesa muros de piedra seca, retamas y lentiscos, pasando por la reconstrucción didáctica de dos chozas de madera y barro y por el Antiquarium instalado en una antigua hacienda borbónica, donde maquetas y vídeos narran la vida cotidiana de pastores, colonos y campesinos.
Desde la cima, el panorama abarca desde los montes Erei hasta el Etna, haciendo de Sabucina un destino ideal para arqueotrekking y fotografía naturalista, especialmente al atardecer, cuando la luz dorada realza la calcarenita. Senderos sombreados, zona de picnic y visitas guiadas gratuitas los fines de semana permiten sumergirse en un parque que condensa, en poco más de un kilómetro de cresta, tres mil años de encuentros entre culturas mediterráneas que forjaron el corazón de Sicilia.