El museo, concebido en vidrio y travertino, exhibe más de cinco mil piezas que narran la historia de Sicilia central desde la primera Edad del Cobre hasta el Bajo Imperio Romano. Las vitrinas siguen un itinerario que comienza con las aldeas prehistóricas, pasa por los centros indígenas de Gibil Gabib y Sabucina—encaramados sobre el río Salso y helenizados por Gela—y llega a las poleis de Vassallaggi y Capodarso, donde la cultura sícula abrazó la cerámica de figuras rojas, los skyphoi y lekanides de Gnathia, estatuillas de koré y bustos femeninos de terracota del siglo VI a. C. Ajuar funerario con oinochoai, pesas de telar y fíbulas documenta la vida cotidiana, mientras que pantallas interactivas recomponen mosaicos e inscripciones procedentes de las villas romanas del territorio. En la sala de los depósitos votivos destacan estatuillas de bronce de guerreros, astrágalos sagrados y, sobre todo, una phiale de plata dorada de Sabucina, testimonio de refinados intercambios con la artesanía de la Magna Grecia.
Recorridos táctiles y leyendas bilingües hacen la visita inclusiva; fuera, un jardín didáctico muestra un horno cerámico y un lagar de palanca que evocan el antiguo paisaje agrícola. Único en Sicilia por exponer exclusivamente materiales procedentes de centros indígenas de su propio territorio, el museo acoge exposiciones y talleres. Una parada aquí, antes de subir a los yacimientos arqueológicos de la cresta, ofrece la clave para leer el entramado de culturas que moldearon el corazón de la isla.