El tejido urbano compacto de su centro antiguo está formado por casas de piedra del color de la miel. Delia se cuenta entre las numerosas aldeas árabe-normandas surgidas en la Edad Media, cuyo castillo es identificado por los eruditos como el Sabuci de memoria idrisiana.
A finales del siglo XIII, en las tierras de Delia existían un castillo, una universitas (comunidad organizada con autonomía administrativa) y una iglesia con un párroco griego ortodoxo cuya primera mención data del año 1308. La aldea, junto con su castillo y algunos otros asentamientos, logró no sucumbir pese a los períodos de gran incertidumbre causados por guerras, hambrunas y epidemias.
Durante todo el siglo XIV, Delia y su territorio estuvieron habitados, y en 1333 la presencia de una comunidad fue confirmada por un pergamino que documenta la sustitución del capellán de la iglesia de San Nicolás de Delia. El 21 de diciembre de ese mismo año, la iglesia de Delia fue adquirida por la Diócesis de Agrigento y pasó del rito griego ortodoxo al rito latino.
En otros dos documentos de 1347 del Archivo de la Corona de Aragón, Delia aparece mencionada como aldea perteneciente al Vallo de Agrigento. En 1375, Delia figura entre las tierras que pagaban subsidio en favor del Vaticano, hecho confirmado por otro documento de 1377 donde se la denomina tierra. Finalmente, por privilegio de 1392, el rey Martín concedió al conde de Caltanissetta, Guglielmo Raimondo Moncada, el castillo y la tierra de Delia.
Clasificada como universitas en el siglo XIII y como tierra desde el siglo XIV en adelante, se configura como uno de los pocos asentamientos medievales que lograron sobrevivir hasta los albores del siglo XVII, presentándose como un pequeño núcleo habitado que se adaptó a los cambios de la nueva época: el Barroco siciliano. Los Lucchesi primero y los Palagonia después, en distinta medida, llevaron a cabo la segunda y la tercera refundación del pueblo y su territorio.
La estructura geológica en la que se asienta Delia ha hecho de este lugar y de sus alrededores un sitio privilegiado y codiciado por los pueblos que lo eligieron como morada.
La abundancia de agua y las vastas extensiones de tierras fértiles han favorecido desde la antigüedad el cultivo de viñedos -de los que Delia toma su nombre - y del trigo, al que el pueblo debe su refundación. Hoy en día, esas mismas condiciones favorecen el cultivo del melocotón IGP de Delia y de la uva Italia. Esa misma fertilidad, unida a la creatividad de las amas de casa medievales, dio origen a la cuddrireddra, un dulce rústico aromatizado con canela, nacido como obsequio para la hermosa dama del castillo y que ha llegado hasta nuestras mesas conservando su intenso y especiado aroma, su color ámbar oscuro y su sabor firme y aromático.