Delia

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Recostada como un anfiteatro natural en la ladera del cerro Croce, Delia domina la campiña cerealista del Vallone con un tejido urbano compacto de casas de piedra color miel.

Delia

De este núcleo habitativo se eleva la Iglesia Madre de Santa Maria di Loreto, guardiana de un precioso Crucifijo de madera del siglo XVII. El pueblo nació entre 1581 y 1600 gracias al barón Gaspare Lucchesi, quien obtuvo la licentia populandi para poblar el feudo; un descendiente suyo, Giuseppe, fue creado marqués en 1623, mientras que la parroquia se convirtió en arciprestazgo en 1689, marcando la organización religiosa definitiva del nuevo asentamiento. Alrededor de las ruinas del castillo normando de Sabuci—centinela medieval que vigila el valle del Salso—se entrelazan callejuelas donde artistas locales han pintado más de veinte murales dedicados a las labores del campo y a la emigración, transformando el pueblo en un museo al aire libre.

A poca distancia de la plaza del Obelisco, erigido en 1990 para el cuarto centenario de la fundación, permanecen los restos de los molinos del siglo XVIII que aprovechaban el agua del Salso para moler trigo duro, memoria de una economía campesina aún celebrada en las ferias del pan, del aceite y de la almendra. El calendario festivo expresa la identidad colectiva: la espectacular Semana Santa, con las procesiones del Viernes Santo, y «Delia Medieval», recreación estival que anima el castillo con caballeros, tambores y degustaciones de platos tradicionales como la dulce cuccìa y el “macco” de habas.

En los alrededores, almendrales, olivares y viñedos dibujan un paisaje luminoso que invita a degustar aceites afrutados, vinos Nero d’Avola y el fragante pan de rimacino; al pie del cerro, senderos rurales conducen a chozas de piedra blanca, a las ruinas de un acueducto borbónico y a las orillas del río, refugio de garcetas y cernícalos primilla.

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