Inaugurada en el siglo XIX, durante el auge de las infraestructuras ferroviarias italianas, la estación se ubica en la línea que une Caltanissetta con Palermo, actuando como un cruce estratégico para el transporte de personas y mercancías, en particular para las actividades mineras que históricamente han caracterizado la zona. El edificio, aunque mantiene una estructura simple y funcional típica de las estaciones provinciales, destaca por el sobrio encanto de su arquitectura en piedra local, testimonio de una época en la que el hierro y la piedra se combinaban para sostener la modernización de la isla.
Hoy, aunque ya no sea un centro neurálgico de movimiento, la estación conserva su papel como punto de acceso para turistas y viajeros deseosos de descubrir las riquezas históricas y naturales de Sommatino y sus alrededores. Paseando por las cercanías, se pueden admirar los restos de las antiguas infraestructuras vinculadas al transporte del azufre, incluidos almacenes y pequeños edificios de servicio, que narran la dura e intensa vida de las minas que durante décadas alimentaron la economía local.