En el pasado desempeñó un papel estratégico en los intercambios comerciales entre el interior de Sicilia y la costa, ya que el río Salso —del cual los ríos Gibesi y Delia y el arroyo Paradiso son afluentes— era navegable antiguamente.
Las excavaciones arqueológicas realizadas entre 1985 y 1997 demostraron que el lugar estuvo habitado desde el tercer milenio a.C. La estructura del castillo está organizada en cuatro niveles: el primero, de altura variable según la morfología del terreno, es más bajo al norte y tiene la entrada, cubierta por una bóveda de cañón apuntada, situada en la parte oriental; el segundo corresponde al piso superior sobre la bóveda de entrada; el tercero conserva la única estancia cubierta que ha llegado hasta nuestros días, con bóveda de arco apuntado y cinco saeteras en las paredes; el último nivel presenta un paseo almenado y los restos de la torre más grande, con cuatro ventanas orientadas al oeste.
El castillo fue escenario de sangrientas batallas que lo llevaron a sufrir incendios y destrucciones parciales, desde la conquista normanda hasta su casi total destrucción durante la Guerra de las Vísperas Sicilianas. Entre las muchas historias que marcaron su existencia, una alcanzó fama gracias a la publicación de la Historia Sicula, atribuida a Nicolò Speciale, donde se narra un trágico episodio ocurrido dentro de sus muros —relatado posteriormente por Mezzabotta a finales del siglo XIX en una versión novelada, enriquecida con numerosos detalles.
La fortaleza fue reconstruida en el siglo XIV para ser habitada, y las excavaciones han revelado evidencias de la presencia de los barones de la familia Ortolano desde el siglo XV hasta la primera mitad del XVI. A partir de entonces, comenzó un primer periodo de abandono, seguido de una fase de recuperación ligada a las obras de reconstrucción de Delia emprendidas a partir de 1598. El abandono definitivo, ocurrido durante el siglo XVII, se prolongó tanto que, a mediados del siglo XVIII, Vito Amico lo describía ya como una ruina. Desde entonces, el castillo fue conocido como Torre del Castellaccio.
A finales del siglo XIX fue declarado monumento nacional y objeto de una primera restauración que atribuyó su origen al período normando (de ahí el nombre de Castillo de los Normandos). Su configuración actual se debe a las campañas de excavación y restauración realizadas entre 1987 y 1995, cuyo objetivo fue devolver al antiguo castillo el aspecto que tenía a comienzos del siglo XVII.