Murales

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Paseando por las calles de Delia se descubre una pinacoteca al aire libre que cuenta, pincelada tras pincelada, en paneles de travertino colocados en las fachadas de las casas, la historia rural y la identidad contemporánea del pueblo.

Todo comenzó en 1996, cuando el pintor local Angelo Fazio transformó un bastión de la calle Díaz en un gran fresco colectivo: mujeres en el río, recolección de almendras, arado con mulas y vendimia se convierten en cuadros vívidos que devuelven la épica cotidiana de la civilización campesina siciliana. Aquella obra inauguró una temporada de arte público que hoy cuenta con más de veinte murales repartidos entre el centro histórico y las vías de acceso, convertidos en parada obligada para escuelas y visitantes. En las paredes ocres de las casas se encuentran los tonos cálidos de los “lienzos al aire libre” de Fazio: la Lavannare con la ropa golpeada en el agua, el Carro de vino tirado por burritos, la Prensada que evoca los aromas del mosto; escenas que, más allá de su valor estético, funcionan como un valioso archivo antropológico.

En los últimos años, el testigo ha pasado a una nueva generación de artistas: Pierfrancesco Fazio firmó en 2022 el largo panel de la avenida Luigi La Verde (16 × 2 m), iluminado con LED y dedicado a la emigración y al regreso de los “delioti” con maletas de cartón; mientras que Totò Montebello, con el tríptico La Naturaleza en el Corazón pintado en la báscula pública de Largo Canale, relata de manera contemporánea los productos típicos de almendras, aceitunas y trigo, revisitados a la luz de la memoria.

Más allá de su valor artístico, los murales se han convertido en motor turístico: el itinerario Colores de Delia conecta la Piazza Madrice con el Monumento a los Emigrantes y el Castillo árabe-normando, entrelazando arte callejero, historia feudal y sabores del territorio.

Murales

En los últimos años, el testigo ha pasado a una nueva generación de artistas: en 2022, Pierfrancesco Fazio firmó el largo panel de la avenida Luigi La Verde (16 × 2 m), iluminado con LED y dedicado a la emigración y al regreso de los “delioti” con maletas de cartón; mientras que Totò Montebello, con el tríptico La Naturaleza en el Corazón pintado en la báscula pública de Largo Canale, narra en clave pop los productos típicos de almendras, aceitunas y trigo, acompañando espigas doradas con códigos de barras futuristas para recordar cómo tradición e innovación pueden coexistir.

Más allá de su valor artístico, los murales se han convertido en un motor turístico: el itinerario Colores de Delia conecta la Piazza Madrice con el Monumento a los Emigrantes y el Castillo Normando, entrelazando arte callejero, historia feudal y sabores del territorio. Cada septiembre, el recorrido cobra vida con visitas guiadas y talleres de pintura al aire libre, mientras una selección fotográfica de los paneles más icónicos se expone en el salón de plenos, dando testimonio de cómo esos rostros y gestos rurales siguen inspirando el presente. Así, en Delia, el color se convierte en memoria compartida: un viaje pictórico entre el trabajo en el campo, el orgullo local y las nuevas visiones ecológicas que transforman simples muros en narraciones intemporales.

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