Construida en 1955 por iniciativa del ente sulfurífero para ofrecer un lugar de culto y consuelo espiritual a las familias de los obreros, presenta una fachada sencilla, marcada por un portal de piedra local y un pequeño rosetón que invita a entrar. Está dedicada a Santa Bárbara, protectora de los mineros. En el interior, la única nave alberga un altar de estilo neorrenacentista realizado en piedra caliza, acompañado de exvotos y herramientas de mina colgadas en las paredes como memoria tangible de las fatigas de los carusi y sus padres. La estatua de madera de Santa Bárbara, situada en una hornacina tras el presbiterio, muestra a la santa con la palma del martirio y la torre, mientras sencillas vidrieras de colores filtran la luz creando una atmósfera recogida y solemne.
Cada 4 de diciembre la comunidad se reúne en una misa dedicada a la santa. Cada 12 de noviembre, día de los mineros, se celebra una misa en recuerdo de las víctimas de la mina de Gessolungo, con la presencia de autoridades civiles locales y regionales, militares y nissenos. El pequeño atrio ofrece vistas a las colinas arcillosas y a las bocas de los hornos Gill en desuso, testigos silenciosos de la epopeya industrial decimonónica que transformó este rincón de Sicilia en una de las principales zonas azufreras de Europa.