Se alza en el centro de la Piazza degli Eroi, al norte del centro de San Cataldo, y es uno de los monumentos más elegantes y emblemáticos de la provincia de Caltanissetta. Realizado como proyecto ciudadano, se presenta como un alto obelisco de varios cuerpos, tallado en piedra local y coronado por un águila de bronce de alas extendidas, símbolo de victoria y renacimiento. En la base del obelisco, una figura de soldado en bronce ofrece solemnemente al cielo el sacrificio de los héroes caídos, un homenaje a la entrega de los sancataldeses en cada conflicto. El pedestal lleva grabados los nombres de los 280 caídos de San Cataldo en la Primera Guerra Mundial, ordenados por apellido y acompañados de la fecha y el lugar del sacrificio, según los registros oficiales conservados en los archivos municipales. Posteriormente se añadieron placas conmemorativas en honor a los caídos en la guerra de España, en la campaña de Albania y en los conflictos de la Segunda Guerra Mundial, ampliando simbólicamente el recuerdo a todas las víctimas militares de la provincia.
La restauración de 2006 incluyó el refuerzo de las superficies pétreas y la recuperación de los detalles de bronce, con financiación de la Región de Sicilia y la coordinación de la Superintendencia de Bienes Culturales, que garantizó la conservación de los elementos originales y de la pátina histórica. Hoy, el monumento está rodeado de palmeras exóticas y parterres cuidados, y en las ceremonias oficiales – en particular el 4 de noviembre, Fiesta de la Unidad Nacional y Día de las Fuerzas Armadas – la plaza se llena de autoridades, escolares y asociaciones militares que depositan coronas de laurel a los pies del obelisco, mientras el silencio se interrumpe solemnemente con el tañido de las campanas y los honores militares. Para el visitante, la Piazza degli Eroi y su monumento ofrecen no solo un momento de reflexión sobre el pasado, sino también un ejemplo de cómo el arte público puede recoger y transmitir la memoria colectiva: la alternancia de llenos y vacíos en el obelisco, el contraste material entre piedra y bronce, y la elección de un águila de líneas clásicas evocan un diálogo entre tradición y orgullo cívico que desde hace casi un siglo acompaña la historia y la identidad de San Cataldo.