Iglesia de Santa Lucía

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En el tejido urbano ortogonal de la parte baja del centro histórico se distingue la pequeña y encantadora iglesia de Santa Lucía, un edificio de planta de cruz griega, único en su género en el pueblo.

Chiesa di Santa Lucia

Fue construida en una fecha imprecisa; el primer testimonio de su existencia se remonta a 1710, aunque el topónimo homónimo ya estaba presente unos treinta años antes. Derruida en la primera mitad del siglo XIX, fue reconstruida en 1860 por maestros locales y de Caltanissetta por voluntad de un acaudalado “burgués”, Giacomo Oddo, quien también la dedicó a la Virgen de la Providencia, en recuerdo de la pequeña iglesia con ese título que había sido clausurada y demolida para dar lugar al antiguo ayuntamiento cerca de la Piazza Repubblica. Presenta una fachada de bloques de piedra caliza local labrados, de inspiración neoclásica y renacentista, con una cúpula de doble grada que se sitúa en la confluencia de los dos brazos de la iglesia. La entrada principal está embellecida por un refinado portal. El pavimento de mayólica, colocado en 2008 con motivo de la restauración del edificio, reproduce el antiguo suelo procedente de Salerno. En el altar mayor destaca la Madonna della Provvidenza, una escultura de madera policromada del siglo XIX, obra de un artista palermitano, procedente de la ya mencionada iglesia de la Virgen de la Providencia. La imagen sostiene al Niño con el brazo izquierdo y con la mano derecha muestra una granada, símbolo de fertilidad.

También se conservan numerosas obras del artista sancataldés Michele Butera (1789–1865): el Martirio de Santa Lucía (1836) y San Vicente Ferrer, ambos situados en el ábside del altar mayor; mientras que la Virgen de la Salud (1863) y el Retrato de Giacomo Oddo (1863)—tuerto de un ojo y portador de un pendiente para protegerse de las fuerzas del mal—se conservan en la sacristía. La fiesta de la mártir siracusana se celebra, como es costumbre, el 13 de diciembre, día que antes de la reforma gregoriana (1582) se consideraba el más corto del año, pues coincidía con el solsticio de invierno.

Esta creencia dio origen a una serie de proverbios. En San Cataldo, el inicio de la mala estación se saludaba con dos dichos: « Santa Lucì un passu di cucciu fì » (“Santa Lucía, un paso de gorrión”) o, en lugar del saltito del gorrión (cucciu fì), se mencionaba la “cuccì”, la comida tradicional a base de trigo y garbanzos preparada también para la fiesta de los difuntos.

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