En 1724 se colocó la primera piedra en presencia del príncipe, su esposa Perna Gravina, el clero y el pueblo en fiesta. Las obras duraron seis años y la iglesia fue consagrada en 1738 por su hermano Pietro, obispo de Catania. Dedicada a San José en honor al promotor, la iglesia presenta una sola nave y cuenta con un magnífico altar mayor y otros cuatro laterales, estructuras de madera realizadas por manos franciscanas en la primera mitad del siglo XVIII.
El altar mayor conserva delicadas taraceas y esculturas y un retablo-relicario. En la parte superior se aprecia una pintura que representa a Dios Padre, seguida de la fecha de consagración (1738) y el nombre del santo al que está dedicada. El sagrario, realizado y embellecido con diversas esencias de madera como abeto, boj, nogal y ciprés, alberga en el centro una estatuilla de la Inmaculada, que recuerda el profundo vínculo de la Orden con la Virgen, mientras que la Cena de Emaús en nácar incrustado en la puerta del sagrario evoca el tema cristológico. Diecinueve estatuillas adornan el sagrario y se conservan nada menos que 156 reliquias en el retablo.