Generalmente son pequeñas estructuras en las que se plantan tres cruces y que cada año son destino de los ritos de la Semana Santa. En el siglo XIX, el Calvario de San Cataldo se encontraba sobre una cueva que servía de pequeña iglesia. Fue cerrada al culto por monseñor Stromillo, obispo de Caltanissetta entre 1844 y 1858, y así el Calvario fue trasladado al área actual. En este nuevo sitio se edificó una capillita en la que se colocaron tres cruces, y en 1963 el honorable Giuseppe Alessi promovió la realización de la estructura actual—única en Sicilia—para representar la Scinnenza, un texto sagrado que narra la deposición de Cristo.
Está compuesta por un cuerpo central y dos brazos semicirculares que albergan capillas donde, hasta hace algunas décadas, se conservaban las vare, es decir, los grupos escultóricos de la Vía Crucis en cartón piedra procedentes de Lecce. Desde 2011, en las capillas se pueden admirar las 14 estaciones de la Vía Crucis y cuatro de la Vía Lucis. Los paneles de cerámica fueron realizados por artesanos de 17 localidades italianas donde la tradición ceramista sigue viva y floreciente. Entre esta serie de bajorrelieves también se encuentra una escultura creada por los dos institutos de arte de San Cataldo, uno estatal y otro regional.
Frente al Calvario se alza la pequeña iglesia del Señor de los Misterios, que cierra la plaza. Construida fuera del núcleo urbano, a lo largo del camino hacia Mussomeli, por Giuseppe Lo Monaco en 1770, fue dedicada al Crucifijo (Señor del Oficio) y no a los Misterios como después se afirmó. Reconstruida en la posguerra y dedicada a San Francisco de Asís, en tiempos recientes ha sido nuevamente asignada al Crucifijo. Su fachada es modesta y sencilla, rematada por un campanario de espadaña sin campana.