Por ello, los notables locales sentían la necesidad de dotar a la ciudad de un teatro de ópera comparable al de las principales ciudades de la isla. Así, tras la demolición de la pequeña iglesia de San Giacomo, se construyó un nuevo teatro, que fue inaugurado en 1875 con la representación de El cervecero de Preston.
Tras la Segunda Guerra Mundial, el teatro cayó progresivamente en decadencia, transformándose primero en un cine y luego en una sala de proyección de películas para adultos. En 1973 fue definitivamente cerrado y comenzó un largo y minucioso proceso de restauración que concluyó en 1994 con una solemne reinauguración.
El teatro, de dimensiones modestas, cuenta con unas 360 localidades repartidas entre la platea y cuatro niveles de palcos. El interior es elegante, decorado en estilo neoclásico con estucos dorados.