Según la tradición local, el topónimo proviene de la “Serra del Falcone”, una altura rocosa en las afueras del asentamiento donde numerosos halcones anidaban en tiempos pasados — aves de presa que dieron nombre al feudo y, posteriormente, al propio pueblo. En el siglo XIV, estas tierras ya formaban parte del Condado de Caltanissetta, y el gran risco — entonces llamado Serra del Falcone — pertenecía a Berengario Angileri, quien lo había recibido como regalo de Pedro I de Aragón. Con el paso de los años, el nombre evolucionó de Serra del Falcone a Serra del Falco y finalmente a Serradifalco, reflejando la antigua vocación de la zona como refugio de aves de presa y la particular morfología del terreno, formado por terrazas calizas y acantilados escarpados donde los halcones reinaban sin competencia.
El propio pueblo se fundó oficialmente en 1640 cuando Francesco Graffeo obtuvo el jus populandi y estableció la nueva comunidad; pocos años después, en 1652, el feudo pasó a la familia Lo Faso, que promovió un verdadero desarrollo económico, demográfico y cultural, dejando una huella todavía visible hoy en la arquitectura barroca del centro.