Las celebraciones mezclan fe, tradición y vitalidad popular, ofreciendo a los visitantes una atmósfera llena de espiritualidad e identidad siciliana. En el centro del día destaca la emotiva procesión de la estatua de madera del santo, acompañada por un manojo de espigas de trigo - el tradicional “musciariddu” - símbolo de esperanza y abundancia agrícola. Tras la misa solemne en la iglesia matriz, la estatua recorre las calles de la ciudad entre cantos, oraciones y el alegre acompañamiento de la banda musical, seguida por fieles, cofradías y autoridades civiles.
Por la noche, la Plaza Madrice se llena de vida con espectáculos, conciertos y fuegos artificiales que iluminan el cielo, convirtiendo la celebración en una experiencia que une lo sagrado con lo folclórico. Es la ocasión perfecta para descubrir el rostro más auténtico de la Sicilia del interior, entre antiguos ritos y la cálida hospitalidad de los sancataldeses.