Fueron diseñadas con múltiples fines: vías de escape en caso de ataques, así como conexiones secretas entre los principales edificios del centro urbano. Con el tiempo, muchas de estas estructuras se transformaron en alcantarillas al servicio de los palacios nobiliarios, perdiendo así su función original y parte de su memoria.
Según la tradición, los Moncada mandaron construir una galería que comunicara casi todas las iglesias principales de la ciudad. En concreto:
- Desde la cripta de la iglesia de Santa Flavia existiría una puerta orientada hacia el corazón de la ciudad, que daría acceso a un pasadizo secreto conducente al Palacio Moncada.
- El Palacio Moncada, sin embargo, no presenta actualmente entradas ni salidas hacia galerías conocidas — un hecho comprensible, considerando que se trata de un edificio nunca terminado.
- Desde la iglesia de Sant’Agata al Collegio partiría una galería subterránea hacia la catedral de Santa Maria La Nova.
- Desde la catedral, dos galerías: una corta hacia la iglesia de San Sebastiano, justo enfrente, y otra que se extendería hasta la iglesia de Santa Croce y su antiguo convento.
- Desde la iglesia de Santa Croce se accedería a otro pasaje que conduciría a la iglesia de San Domenico. Precisamente en esta galería habrían sido hallados, según algunos testimonios, restos de recién nacidos — pero esa es otra historia, de tintes aún más oscuros.
- Finalmente, desde la iglesia de San Domenico, la última galería conocida alcanzaría el Castillo de Pietrarossa, continuando en un pasadizo secreto que desembocaba fuera de las murallas de la ciudad: una auténtica vía de escape, estratégicamente oculta.
El último acceso conocido a una de estas galerías data de los años 70, cuando un joven logró recorrer un tramo subterráneo partiendo de San Domenico. Tras aquel episodio, la entrada fue rápidamente sellada y cerrada al público.