Es la historia de la princesa Adelasia, figura enigmática y trágica cuyo espíritu, según la tradición, nunca habría abandonado la fortaleza que la acogió en sus últimos días.
Adelasia, sobrina de Roger I de Hauteville, fue una noble normanda golpeada por la desgracia. Despojada de sus bienes y caída en desventura, encontró refugio en el Castillo de Pietrarossa, que en otro tiempo dominaba el valle nisseno desde lo alto de la colina.
Se cuenta que la princesa murió entre esos muros, vestida con un traje de terciopelo verde y una corona en la cabeza, y que fue sepultada en la capilla del propio castillo. Sin embargo, tras el derrumbe parcial de la fortaleza, sus restos fueron trasladados a la iglesia de San Domenico por orden de Doña Luisa Moncada. Pero su espíritu nunca encontró la paz.
De vez en cuando, en las noches más silenciosas, algunos juran oír un llanto apagado proveniente de las ruinas. Es Adelasia, que aún vaga entre las piedras del castillo, consumida por el dolor de la pérdida de su hijo y por el remordimiento de no haber visto jamás a su amado Roger coronado rey de Sicilia. Una madre rota, un alma inquieta incapaz de desligarse del mundo terrenal.
Otra leyenda vincula la figura de Adelasia con el propio nombre de Caltanissetta. El topónimo árabe Qalʿat al-Nisā significa «castillo de las mujeres», y algunos creen que la presencia de Adelasia dio origen a esta denominación, convirtiéndola en la figura femenina simbólica de la ciudad.