Un gran escudo dividido en dos secciones muestra, en el primer campo azul, dos erizos de castaña dorados superpuestos, símbolo de la vegetación autóctona y de la riqueza del sotobosque. En el segundo campo, partido en plata y azul, una banda verde diagonal sostiene un halcón en vuelo en color natural, imagen de poder y vigilancia típica del ave rapaz que da nombre a la ciudad. El azul del campo superior evoca el cielo despejado bajo el cual los halcones sobrevolaban, mientras que la plata y el verde del segundo campo recuerdan los recursos agrícolas y forestales que sostuvieron la economía local durante siglos. El emblema se completa con los ornamentos exteriores típicos de un municipio italiano: corona mural de plata, corona almenada que recuerda las antiguas defensas fortificadas, y ramas de roble y laurel entrelazadas en la base, símbolo de fuerza, victoria y continuidad.
Este escudo, adoptado oficialmente por la administración municipal, se reproduce en banderas, documentos institucionales y placas de entrada al pueblo, sirviendo como manifiesto visual de una comunidad que, aunque orientada al progreso, mantiene intacto el vínculo con su tierra y con los halcones que la dominaban antiguamente.