El escudo está “dividido” en dos campos verdes, evocando el fértil paisaje colinado circundante: en el primer campo destaca una cruz griega dorada, símbolo de la fe cristiana y del vínculo con la época del santo obispo, mientras que en el segundo se entrelazan cinco espigas de trigo en su color natural, recordando la economía rural que ha sostenido a la comunidad durante generaciones.
Coronando el escudo, la corona mural de plata, típica de los municipios italianos, recuerda las antiguas fortificaciones y la autonomía de la ciudad; un suntuoso manto de terciopelo púrpura forrado de armiño y atado con cordones dorados subraya finalmente el valor histórico y cultural de este estandarte, expuesto con orgullo en banderas, placas y documentos oficiales.
Por último, el paño verde bordeado de rojo de la bandera completa el conjunto heráldico, contando en un solo emblema la historia de un pueblo nacido bajo la sombra del culto de un santo carismático y criado en la riqueza de sus campos.