Mina de Gebbiarossa

3 Minutos de lectura

La mina de Gebbiarossa, situada entre Caltanissetta y Delia, representaba una de las piezas significativas del gran mosaico productivo que, entre el siglo XIX y principios del XX, hizo de Sicilia el corazón mundial de la extracción de azufre.

Aunque nunca alcanzó la fama ni la potencia extractiva de gigantes como Trabonella o Gessolungo, Gebbiarossa desempeñó un papel importante como mina de tamaño medio, capaz de alimentar las redes comerciales y sostener la economía local.
Su ubicación, junto a una zona agrícola tan vital como la de Delia, la convertía en un punto de encuentro entre dos mundos: por un lado, la tradición campesina, y por otro, la industrialización minera que transformó radicalmente el paisaje y la sociedad del territorio nisseno. Las galerías, los calcaroni y las estructuras de fundición que allí se levantaron testimonian la intensidad de una actividad que requería abundante mano de obra - a menudo muy joven - y que contribuyó a esa imagen de “capital del azufre” que Caltanissetta se ganó a nivel internacional.

Activa desde la segunda mitad del siglo XIX hasta 1965, esta mina de azufre utilizó inicialmente técnicas tradicionales como las calcarelle y los hornos Gill para extraer el mineral, empleando también el yeso local como combustible. En los años sesenta, solo unas pocas minas de azufre - entre ellas Gebbiarossa - seguían gestionadas por importantes concesionarios extranjeros, mientras que los carusi, niños y adolescentes que transportaban los bloques de azufre, daban vida al complejo con su arduo trabajo diario.
Gebbiarossa, junto con otras minas de escala media como las de Sommatino y Riesi, constituía el esqueleto del distrito minero: no los grandes polos que atraían la atención de los mercados extranjeros, sino los sitios que garantizaban continuidad productiva, presencia local y arraigo territorial. Fue precisamente esta red de minas intermedias la que hizo del sistema nisseno un modelo tan poderoso y resiliente, capaz de sostener durante décadas la demanda mundial de azufre destinado a la industria química, los explosivos y los fósforos.

Con la crisis del sector a partir de los años treinta del siglo XX, Gebbiarossa también conoció un lento declive hasta su abandono definitivo. Hoy, las ruinas y los restos mineros conservados no son solo testimonios de arqueología industrial, sino también memoria viva de una comunidad cuya identidad se entrelazó con el esfuerzo de los mineros y con el aliento internacional de una economía que, durante un siglo, hizo de Sicilia un cruce global.
El área conserva hoy los restos del pozo de extracción, de los calcheroni y de las galerías descendentes, que se ofrecen al visitante a través de rutas cicloturísticas y peatonales, así como visitas guiadas promovidas por universidades y guías locales que relatan anécdotas sobre la vida minera y los sacrificios de las familias trabajadoras.

También podría interesarle…