Delia fue una de las primeras comunidades sicilianas en acoger a la Santa como Patrona, un acto de devoción promovido y apoyado por la familia feudal dominante, los Lucchese-Spatafora.
El marqués de Delia, Don Giuseppe Lucchese, obtuvo formalmente un valioso fragmento óseo de la Santa (la reliquia) directamente del Cardenal Doria, el 10 de abril de 1625. Fue uno de los ocho nobles a quienes el Senado de Palermo confió la organización de los adornos y festejos del primer Festino di Santa Rosalia, y uno de los seis nobles que tuvieron el honor de portar uno de los seis varales del palio durante la procesión.
El traslado efectivo de la reliquia a Delia fue un momento crucial, hecho posible gracias a la intermediación de los Padres Jesuitas de la cercana villa-masía de Cappellano, a quienes se confió la sagrada tarea de conducirla al pueblo. La oficialización del culto y el permiso para celebrar la fiesta anual y la procesión fueron concedidos por el Vicario General de la Diócesis de Agrigento el 18 de agosto de 1625.
La presencia de la Santa en el pueblo se atestigua por valiosos objetos sagrados conservados aún hoy en la Iglesia Madre de Santa María de Loreto. El fragmento óseo de la reliquia está incrustado en un suntuoso relicario de plata, una obra maestra de la orfebrería encargada en 1694 a los plateros palermitanos por Donna Vincenza Spatafora, esposa del barón fundador de Delia y madre del marqués Giuseppe, como acto de agradecimiento a la Santa por haber librado a la comunidad local de los efectos devastadores del terremoto del Val di Noto que azotó la Sicilia oriental en 1693.
Paralelamente, el altar mayor de la iglesia está enriquecido con un gran lienzo barroco al óleo del siglo XVII, atribuido a Pietro D’Asaro de Racalmuto, conocido también como el Tuerto de Racalmuto. Representa a Santa Rosalía intercediendo para proteger a Delia. Los estudiosos locales consideran que el paisaje bajo la Santa no es una simple alegoría, sino una verdadera vista en perspectiva del pueblo tal como era después de su refundación, ofreciendo un raro testimonio histórico del asentamiento. El altar dedicado a la Santa se erigió por primera vez dentro de la iglesia madre durante su reestructuración, entre 1712 y 1737. Originalmente ubicado en el brazo izquierdo del crucero, fue trasladado en 1956 a la nave izquierda, donde permanece hasta hoy.
Este conjunto artístico y devocional da testimonio de la vitalidad del culto, cuyas festividades solemnes eran todavía financiadas por el ayuntamiento hasta mediados del siglo XIX.
Sin embargo, con el colapso del sistema feudal y la consiguiente falta de apoyo nobiliario, junto con una crisis del clero local, la devoción a Santa Rosalía sufrió un profundo declive. Durante un largo periodo —que se extendió hasta el siglo XX— el fervor popular se debilitó, hasta el punto de que el valioso relicario fue confiado a la custodia privada de una devota para garantizar su seguridad y conservación. Afortunadamente, este vínculo histórico nunca se rompió del todo. En los últimos años se ha producido un notable renacer de la devoción, impulsado por un renovado interés por las raíces históricas y espirituales de la comunidad. Este resurgimiento ha llevado al retorno de la reliquia a la iglesia madre y, sobre todo, a la creación del Comité de Santa Rosalía de Delia, cuyo propósito es promover la memoria de la Patrona y devolver a las celebraciones el esplendor digno de su importancia histórica para el pueblo.